sábado, 25 de noviembre de 2023

Yukio Mishima: los ecos de un clamor desesperado

Al cumplirse un aniversario más del suicidio ritual del extraordinario escritor japonés Yukio Mishima, rememoramos su novelesca última jornada de vida y repasamos su testamento literario, “La corrupción de un ángel”, obra finalizada el mismo día de su desentrañamiento.




El 25 de noviembre de 1970, Kimitake Hiraoka –más conocido por el seudónimo litera­rio de Yukio Mishima–, junto con cuatro miembros de su milicia de ultraderecha Tate­nokai (Sociedad de los Escudos), se infiltraron en una base militar japonesa, toma­ron de rehén al comandante e instaron a las tropas a suble­varse y restaurar la autoridad del emperador Hirohito dero­gando la Constitución “paci­fista” de 1947. Esta había sido impuesta por las fuerzas de ocupación norteamericanas tras la Segunda Guerra Mun­dial, y consagraba la renun­cia a la guerra y la prohibición del empleo de la fuerza para la solución de los diferendos internacionales.

Tras el fracaso de la tenta­tiva, se suicidó a la manera tradicional japonesa, reali­zando el seppuku o harakiri, aunque tuvo que ser rema­tado por decapitación por un compañero. Este tam­poco fue muy diestro en la ejecución de su tarea, por lo que la agonía de Mishima fue más larga y dolorosa de lo que por sí mismo ya implica esta forma de quitarse la vida.

Sacrificio

Antes de emprender esta acción había hecho repre­sentaciones teatrales en las cuales anunció la manera en que iba a morir. En uno de sus cuentos, “Patriotismo”, publicado en 1961, en el que un joven teniente realiza el ritual del seppuku por razo­nes similares a las que serían las suyas diez años después, describe: “A su alrededor se extendía desordenadamente el país por el cual estaba sufriendo y a punto de dar la vida. No sabía ni le importaba si aquella gran nación reco­nocería su sacrificio. En su campo de batalla no existía la gloria. Era la trinchera del espíritu”.

Consciente de la inutilidad e incompresión de su sacri­ficio, de todas formas deci­dió poner término a su vida a los 45 años, en el cenit de su carrera, aunque en ello cla­ramente también incluyeron cuestiones personalísimas como el terror a la vejez, un tópico recurrente en su obra.



En el poema ritual que escri­bió en el momento que se acercaba su muerte escribió: “Espere y verá qué hago. A mi parecer, vivir sin hacer nada, envejecer lentamente es una agonía (…). Esto me ha llevado a pensar que como artista que soy debo tomar una decisión”.

Trauma colectivo

La producción literaria de Mishima circula por el mismo andarivel de la gran litera­tura nipona: el trauma colec­tivo del Japón moderno occi­dentalizado tras la derrota en la guerra. Mishima era des­cendiente de un clan de samu­ráis y deliraba con lograr la restauración de la sociedad imperial japonesa previa a la rendición ante los aliados.

Esto a pesar de ser el más occidentalizado de los escri­tores de su generación. Por ello, Mishima encarnaba una ambigüedad cultural y personal, el Japón abatido y a la vez obsesionado por Occi­dente, el enemigo vencedor que socavaba las tradiciones autóctonas; la homosexuali­dad velada frente a la hetero­sexualidad pública, su estilo cosmopolita en lo artístico frente a su conservadurismo político que buscaba la res­tauración de un mundo per­dido.

En efecto, Mishima era con­ciente de que su empresa estaba destinada al fracaso y como clara previsión de ello ya había enviado a la edito­rial la última entrega de su tetralogía como parte de un plan meticulosamente con­cebido al punto de que había dispuesto un dinero para la defensa legal de los integran­tes de su milicia que lo ayuda­ron en su tentativa de alza­miento.

Testamento

La culminación de su arte literario se encuentra en el ciclo compuesto por sus cua­tro últimas novelas, que bajo el título de “El mar de la fer­tilidad” constituiría el tes­tamento del autor; a saber, “Nieve de primavera”, “Caba­llos desbocados”, “El templo del alba” y la “Corrupción de un ángel”, esta última publi­cada póstumamente y sobre la cual nos explayaremos bre­vemente.

Esta novela se inicia con una bella descripción de un esce­nario costero y adelanta las características del personaje al atribuir al mar la razón de algo maligno que anidaba en su espíritu. El mar es la personificación del Japón moderno contaminado con los desperdicios de Occi­dente: “Las heces, como el hombre, se mostraban inca­paces de enfrentarse con su final como no fuese en la más horrible y sucia de las mane­ras”, se lee en una parte junto con una descripción de los desperdicios que poluciona­ban ese reino de añil.

Toru Yasunaga es un joven de dieciséis años, prototipo de la belleza masculina, que tra­baja en la Oficina de Transmi­siones de Teikoku como avis­tador de barcos del puerto. El viejo Shigekuni Honda, un rico abogado de apre­ciable fortuna, lo conoce y decide adoptarlo tras adver­tir que tiene tres lunares en el lado izquierdo del pecho, por lo que lo cree la reencar­nación de una casta de nobles siguiendo un viejo episodio juvenil, que al final repara se trata de una quimera.

Entre ricas descripciones paisajísticas y alusiones a simbología hinduista, el autor señala el pasaje por los cinco signos de la caída del ángel, que no es otra cosa que la caída de Japón ante valo­res extraños, la renuncia a la belleza primigenia para someterse al vicio de la volun­tad del invasor.

Tanto su personaje como él mismo en vida encarnan la inmolación de un genio que pretendía con su muerte dar una lección ejemplificadora, realizar un acto heroico de sacrificio en pos de un ideal estético. Los principales tópi­cos de su obra –la belleza, el erotismo y la muerte– los quiso encarnar él mismo en su propia vida y la manera en que decidió acabar con ella como una forma de afirma­ción de un concepto sobre la materia, de lo permanente sobre lo pasajero, de lo tras­cendente sobre lo fútil.




Toru es la representación del Japón domesticado e ins­truido en los modos occiden­tales bajo la premisa de que el refinamiento y las buenas costumbres serían el pro­ducto final de la emancipa­ción de toda rémora de hábi­tos propios. Sin embargo, tras el aparente sometimiento subrepticiamente tramaba y ejecutaba pequeñas rebelio­nes que preparaban la con­sumación de una venganza terrible.

“Las pruebas de una buena crianza proporcionan cate­goría a una persona y la buena crianza en el Japón significa familiaridad con la manera occidental de hacer las cosas. Solo hallamos al japonés puro en los barrios miserables y en el hampa y cabe esperar que con el paso del tiempo se torne cada vez más aislado. El veneno conocido con el nombre de japonés puro está debilitán­dose, transformándose en una pócima aceptable para todos”, se lee en otro frag­mento de la novela, una elo­cuente y amarga queja contra la sociedad de su época.

El presente

Por otra parte, no deja de resultar una curiosa coin­cidencia el trágico final que tuvo también el último gran impulsor del cambio cons­titucional en el Japón, el ex primer ministro Shinzo Abe, quien murió asesinado por causas supuestamente vin­culadas a una venganza ajena a sus labores políticas.

Las reinterpretaciones relativas sobre todo al artículo 9 de la Constitución nipona –que reza que “el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho sobe­rano de la nación y a la ame­naza o al uso de la fuerza como medio de solución en dispu­tas internacionales”– han cobrado fuerza a raíz de las pruebas de misiles balísticos de Corea del Norte y las dis­putas territoriales con China.

Tras la muerte de Abe, la iniciativa ha sido reflotada y la bandera del sol naciente ha ondeado de nuevo durante los ejercicios militares, por lo que el sublime cuadro de la degradación humana ofrecido por Mishima es el reflejo un debate que no está muerto, sino que, por el contrario, ha recobrado vitalidad.

sábado, 15 de julio de 2023

La tierra sin mal: la utopía de un paraíso del más acá

En homenaje a la etnóloga francesa Hélène Clastres, fallecida el pasado 2 de julio en París a los 87 años, reedito un ensayo escrito sobre su obra más famosa e importante, “La tierra sin mal. El profetismo tupí-guaraní”, su tesis de doctorado publicada en 1975.

 




Más allá de una concepción puramente teogónica o religiosa, el mito de la tierra sin mal encierra un sentido sociológico que se expresa a través de una impugnación a todas las formas de ejercicio del poder. Muy al contrario de los paraísos de ultratumba, para los guaraníes esta tierra mítica es alcanzable en esta vida y, aún más, precisamente para no morir.

La mayoría de los cronistas que llegaron a estas tierras en la primera época del periodo colonial coincidieron en calificar a los guaraníes como gente sin religión y sin Dios. Al respecto, la etnóloga francesa Hélène Clastres sostiene en su libro “La Tierra sin Mal. El profetismo tupí-guaraní” (1993) que esta confusión devino de que la característica principal de la religión guaraní no se definía mediante la relación con la divinidad o en la oposición hombre-Dios, sino más bien radicaba en la transformación radical de la sociedad y del propio sujeto que la habita.


En este sentido, observa que el núcleo de la vida religiosa de los guaraníes se exteriorizaba en el éxodo hacia una tierra accesible antes de la muerte y en la que el hombre conquista la inmortalidad. Tal sería el sentido de las migraciones, la búsqueda del yvy marã'eÿ o tierra sin mal, durante la cual los peregrinantes se entregaban a la entonación de cantos, danzas, se alimentaban con comidas hechas a base de maíz y renunciaban a toda forma de producción económica, a excepción de breves intervalos en que se instalaban provisoriamente en un lugar antes de proseguir el viaje.


Los karaives eran los personajes más importantes en la vida religiosa tribal, por lo que prestando atención al contenido de sus discursos se puede tener una idea cuando menos aproximada de la naturaleza de la religión que predicaban y la visión del mundo de ella derivada. Prescindiendo de los preconceptos propios de la época, resulta muy ilustrativa al respecto una descripción brindada por el jesuita portugués Manuel da Nóbrega en una carta titulada “Información de las tierras del Brasil” (1549):

Y llegando el hechicero con mucha fiesta al lugar, entra en una casa oscura y pone una calabaza que trae con figura humana en la parte más conveniente para sus engaños, y mudando su propia voz en la de [un] niño junto a la calabaza, les dice que no se cuiden de trabajar, ni vayan a la roza, que el mantenimiento por sí [mismo] crecerá, y que nunca les faltará que comer, y que por sí [mismo] vendrá a la casa, y que las azadas irán a cavar y las flechas irán al mato por caza para su señor, y que han de matar muchos de sus contrarios y cautivarán muchos para sus comidas, y les promete larga vida, y que las viejas se han de tornar mozas y las hijas que las den a quien quisieren, y otras cosas semejantes les dice y promete con que los engaña, de manera que creen haber dentro de la calabaza alguna cosa santa y divina que les dice aquellas cosas, las cuales creen” (Da Nóbrega, 2019: 52).

 Negación del orden social y natural

Ahora bien, para mayor claridad desglosemos cada uno de los elementos que se desprenden de la descripción. En primer lugar, el chamán insta a sus interlocutores a abandonar el trabajo, pues asegura que las cosechas crecerán solas. Cabe afirmar que las formas de organización estatal fueron consecuencia de la producción del excedente económico que se generó a partir de la agricultura. Las primeras sociedades de cazadores-recolectores eran igualitarias, pero a medida que se desarrolla la división del trabajo esta supuso una inmediata estratificación social. Por tanto, abandonar el trabajo implica a su vez la abolición de las diferencias sociales y el desconocimiento a cualquier forma de autoridad. 

La segunda promesa que realiza el chamán es que al llegar a esa tierra prometida las flechas se dispararán solas proporcionando a sus dueños los productos de la caza y poniendo a su disposición el cuerpo de los enemigos para los festines de la antropofagia. Aquí es posible identificar dos aspectos. Por un lado, la cacería ya no sería necesaria, lo cual guarda relación con el primer elemento que ya hemos analizado, es decir, el abandono de las actividades productivas. Por otro lado, se menciona que las flechas matarán por sí solas a los enemigos. Esto podría interpretarse como un estado de guerra permanente y la negación del sistema de alianzas a través del establecimiento de redes de parentesco con las tribus vecinas.

 

 

En “Arqueología de la violencia: la guerra en las sociedades primitivas”, el antropólogo francés Pierre Clastres atribuyó el papel de la guerra en estas sociedades a un impulso de fragmentación social, por lo que las definió como sociedades contra el Estado. De acuerdo a este autor, la guerra es una voluntad sociológica que tiende a la dispersión y actúa en contra de la fuerza unificadora del Uno. En efecto, las guerras y el estado de destrucción que estas normalmente conllevan tienen como primer efecto la migración, ya sea por la pérdida del territorio del vencido a manos del vencedor o por la merma de los recursos necesarios para la vida.

Un tercer componente es la promesa de una larga vida, por lo que este nuevo orden también niega las mismas leyes de la naturaleza, ya que esta tierra no solo sería accesible en esta vida, sino que constituiría en sí misma la vida eterna. A este estado se llegaría conquistando el kandire, purificando el cuerpo mediante las danzas rituales y el canto. Etimológicamente este término proviene de la unión de las siguientes voces: “Kã: huesos; ndikuéri: se mantienen frescos. El nombre implica que los que alcanzan este estado ascienden a los cielos sin que la armazón ósea del cuerpo se descomponga” (Cadogan, 1997: 101). En el “Diccionario Mbya-Guarani – Castellano” se precisa que kandire significa “inmortal, inmortalidad; seres humanos que alcanzaron la perfección o madurez mediante la danza u otros ejercicios espirituales” (Cadogan, 2011: 78).

Por último, el chamán insta a los participantes del ritual descrito en la cita que entreguen a sus hijas a quien quisieren, es decir, ignorando las leyes de filiación y de parentesco. Esto implicaría más concretamente la transgresión de la más universal y rigurosa de las prohibiciones, el tabú del incesto.

El diluvio

En el mito del diluvio se narra la destrucción de la primera tierra a raíz de la relación incestuosa entre Karai Jeupie y una tía paterna. En el momento en que el diluvio estaba por desatarse, Karai Jeupie –nombre que podría traducirse como “señor que se elevó para el acto carnal prohibido”– todavía no había alcanzado el aguyje (término que hace referencia a la madurez de los frutos y se aplica por extensión al estado de plenitud espiritual), para lo cual cantó, danzó y oró durante dos meses para alivianar el cuerpo y cruzar las extensas aguas.

El gran aguacero es la represalia ante el incesto, pero a pesar de su transgresión gracias a los ejercicios espirituales finalmente Karai Jeupie conquistó el estado de aguyje y llegó a la tierra indestructible. Dada su osadía de desafiar el orden social, actitud reservada exclusivamente a los dioses, estos se vieron en la obligación de dictarle las ñe’ê porã tenonde (primeras palabras hermosas) que lo hacían acreedor de su nueva condición de inmortal. Esto puede verificarse en el hecho de que los que provocaron el diluvio fueron finalmente los únicos que se salvaron.


Nadó el Señor Incestuoso, con la mujer nadó; en el agua danzaron, oraron, cantaron.


Se inspiraron de fervor religioso; al cabo de dos meses adquirieron fortaleza.

Obtuvieron la perfección; crearon una palmera milagrosa con dos hojas; en sus ramas descansaron para luego dirigirse a su futura morada, para convertirse en inmortales.

El Señor Incestuoso, el Señor de la unión nefanda, él mismo creó para su futura morada de tierra indestructible en el paraíso de los dioses menores.

Se convirtió el Señor Incestuoso en nuestro Padre Taparí; se convirtió en el verdadero padre de los dioses menores” (León Cadogan, Ayvu Rapyta, 1997: 98-99).

En tanto, los que se inspiraron en el arandu vai (mala ciencia) sufrieron la metempsicosis y se transformaron en pájaros, en ranas y en escarabajos e incluso una mujer que había robado fue convertida en venado por Ñande Ru (Nuestro Padre).


La doble negación


Esta dicotomía de la transgresión en forma de mera ruptura, por un lado, y de superación de las leyes, por otro, resulta también observable respecto al principio de la reciprocidad, una regla fundamental que rige el intercambio en el seno de las sociedades igualitarias.

Un relato recogido por Clastres da cuenta de un hombre que conquistó el aguyje luego de un estricto régimen que duró dos años. A este hombre se le había muerto una hija y, siguiendo los preceptos de los antiguos ritos funerarios, colocó sus huesos en una canasta de bambú. Este procedimiento se empleaba a fin de que los espíritus hagan fluir nuevamente las palabras por el esqueleto del difunto. Pero más allá de que no se logre propiamente el fin buscado, tal conducta es una muestra de perseverancia (mburu: fervor religioso). Al cabo de dos años, el hombre finalmente recibió las palabras que lo guiarían durante su travesía.

El hombre pescaba, cazaba y todos los productos de su trabajo los entregaba a la comunidad, sin aceptar nada a cambio, sustentándose solo de alimentos a base de maíz y un poco de carne de cerdo. Cuando llegó el ara pyahu (primavera), a través de la neblina que flota en los campos Jakaira le reveló el camino que debía seguir para llegar al yvy marã'eÿ como recompensa por haberse comportado como un verdadero elegido.

Si bien el sentido de la justicia procede del respeto a la reciprocidad, es asimismo el momento en que dicha reciprocidad se quiebra. (...) Pero por liberarse de la obligación de recibir, se sitúa fuera del sistema de intercambio y afirma su independencia respecto de la colectividad”, sostiene Clastres (1993: 126).

Esta sería una buena forma de negar la sociedad, que tiene su contraparte en la negación hacia abajo cuando un individuo solo recibe y no da nada a cambio. De esta forma contraviene la regla de la reciprocidad, pero al mismo tiempo muestra dependencia respecto a ella y desconoce el primer y más importante componente del intercambio, el jopói (compartir).

Otra forma de conducta asociada a la falta de mborayu es comer la carne cruda (como los jaguares) o cocerla y consumirla solo en la selva. Este modo de ser está penado con la trasmigración de las almas y la transmutación en seres inferiores, lo cual se conoce como aguyje amboae (metempsicosis) o forma de plenitud hacia abajo, como ya se mencionó en la referencia al diluvio.

Estas son a grandes rasgos las características de la ética colectiva y la religiosidad guaraní exteriorizada a través de la vida nómade. Aunque en las circunstancias actuales las migraciones ya no se realicen por las limitaciones en el acceso al territorio y la propia asimilación a la sociedad nacional, el mal en la tierra se manifiesta más presente que nunca y la consecuente necesidad de superar este orden imperfecto.

Por ello es posible imaginar que pervive aún en la memoria colectiva de estos pueblos la reminiscencia de esta larga travesía y que en prosecución de ella están empeñados cuando llegan a la capital y se instalan en precarias carpas para presentar sus demandas. No obstante, esta tierra prometida se muestra cada vez más esquiva y distante.

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Celebrando la imaginación popular

Reseña del libro Historias que cuenta la gente, una compilación de relatos de ficción y crónicas negras que recrean los mitos populares en clave de misterio. El costo del ejemplar es de solo G. 10.000. Entrega gratuita en Asunción y departamento Central. Pedidos al (0992) 35 74 73.




Estos trece relatos para “no letrados” recogen las historias, mitos y creencias de la gente común. En parte el objetivo es intentar responder a una cierta demanda de un público ávido de participar en la construcción de un relato sobre la ciudad y sus lugares, en especial la narrativa oral en clave de mito y misterio, un universo que transcurre fundamentalmente por fuera de los círculos académicos.

Así, las narraciones reunidas en este opúsculo recrean hechos reales ficcionalizados, así como leyendas urbanas y experiencias de las que he tomado parte en distintos roles: testigo directo e indirecto, fabulador, protagonista, lector, entrevistador, etc.

El contexto predominante es el escenario periurbano de los 90 y principios de los 2000 que, a pesar de la naciente conciencia citadina de entonces, conservaba aún elementos típicos del costumbrismo rural.

La ficción ha cumplido desde sus principios una importante función gregaria, es decir, de unión. Esto ha fomentado la construcción de alianzas para trabajar en torno a objetivos comunes, lo cual terminó erigiendo al hombre en “rey de la creación”, siendo uno de los rasgos particulares respecto a las demás especies la capacidad de recrear el pasado a través de las palabras.

Aunque en parte el objetivo sea dar cuenta de hechos “reales” y ofrecer un retrato de época, en definitiva el ideal supremo es celebrar la imaginación popular, así como reforzar el sentido de pertenencia a una colectividad a través de la defensa de sus mitos y supersticiones.

martes, 22 de noviembre de 2022

Una guitarra en la que resuena el legado mangoreano

Con motivo del Día del Músico, que se conmemora el 22 de noviembre, quiero rendir un homenaje al guitarrista clásico paraguayo Juan Duarte, un heredero y continuador de la herencia musical de Agustín Barrios.




De ser guitarrista de la banda villaeliseña de heavy metal Over Dreams, que debutara en la escena en aquellos pioneros festivales Lamentando el 2000 de los años noventa, Juancho, como lo conoce la mayoría, pasó luego a convertirse en un virtuoso de la guitarra clásica, tanto en su calidad de intérprete como compositor.

Juan Adolfo Duarte González nació en Asunción el 30 de mayo de 1984, aunque desde muy pequeño fijó residencia junto con su familia en la ciudad de Villa Elisa. En el 2004 compuso una obra en homenaje a este distrito con la cual ganó el segundo premio de un concurso organizado por la Academia Olímpica Paraguaya. De esta forma, cuando contaba con apenas 20 años, irrumpió ante el público en su nuevo rol con una muestra de talento y técnica depurada formada a lo largo de intensos años de estudio en el dominio del instrumento.

Posteriormente, en el 2009 ganó el premio al video más votado de la primera edición del concurso Barrios WorldWideWeb, organizado por la prestigiosa guitarrista paraguaya Berta Rojas, por su interpretación del “Allegro sinfónico” de Agustín Barrios. En ese mismo año se recibió de profesor superior de guitarra clásica en el Conservatorio Nacional de Música, recibiendo la medalla de honor por su excelente desempeño académico.

Duarte cuenta que su primer contacto con Mangoré se dio cuando tenía 12 años, específicamente una tarde en el patio del Instituto de Bellas Artes. Mientras se dirigía al salón para la clase del día con el profesor Eduardo Benítez, se encuentra con que este estaba sentado en el patio ensayando unos acordes en la guitarra. Por alguna razón las clases fueron suspendidas y para romper el letargo del calor asunceno se puso a tocar varias piezas de Barrios al hilo. Una de ellas fue “Las abejas”, ante la cual el joven aspirante a músico quedó deslumbrado.

Así, Barrios dejaría en él una impronta profunda que aún perdura siendo, de hecho, la influencia más importante en su formación y producción musical. A esta fuente se añade el amplio acervo de la música paraguaya a través de una “búsqueda y estudio constante de nuestro lenguaje siguiendo la línea de maestros que desde tiempos atrás han sobrellevado la inmensa tarea de identificarlo para luego expresarlo musicalmente”, precisa.

Intérprete y autor

Duarte es autor de tres discos, el primero de ellos en carácter de intérprete. Se trata de “La guitarra en Paraguay. Compendio de obras paraguayas para guitarra clásica”, que fue presentado en el 2012 en el auditorio Manuel de Falla del Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS) y en el que ofrece obras de Agustín Barrios, Quirino Báez Allende y Felipe Sosa.


Al respecto explica que “el espíritu de esta obra es recopilar el tesoro de la música paraguaya. Por ejemplo, Quirino, contemporáneo de Agustín Pío Barrios, es un músico cuya memoria no está lo suficientemente valorada. Es más, permanece injustamente como en las sombras. Pero ahora hay un despertar del interés hacia su obra y está figurando cada vez más en los programas de conciertos”, señala y luego añade que su disco es una suerte de continuum de la “Guitarra paraguaya” de Felipe Sosa. En este material discográfico Sosa interpreta a Barrios y Quirino. “A su vez, yo toco obras de estos autores, además de las del propio Felipe”, sintetiza.

Las composiciones incluidas en este disco son: “Danza paraguaya”, “Londón karape”, “Ha che Valle”, “Julia Florida”, “Villancico de Navidad” y “Las abejas” de Agustín Barrios; “Frenesí”, “Oración”, “Tus recuerdos”,”Villa Alondra” y “Suite paraguaya - Amo a mi patria”, de Felipe Sosa; “4 de junio”, “Cariño maternal”, “Fortín Vanguardia”, “Fortín Isla Po’i”, de Quirino Báez Allende.

Alegoría de una búsqueda

Luego, en el 2015, en un concierto realizado en la sala Baudilio Alió del Teatro Municipal lanzó “Panamby raity”. Sobre la obra que le da el nombre a su segundo disco, acota que “Panambi raity” es una danza en homenaje a la “Danza paraguaya” de Mangoré. La composición, que tiene movimientos floridos y contrapuntos, es un tributo al conjunto del legado mangoreano que ejerció una profunda influencia en su formación y escritura musical.



Respecto al sentido del título refiere que “se trata de la alegoría de una búsqueda, principalmente de transformación de la vida y de los sueños. Para muchas culturas el panambi (mariposa) simboliza la metamorfosis, el transitar de un huevo, a una larva, a un capullo que luego adquiere alas y vuela. También hay una intención de sacudir la quietud, retomando esa famosa figura de que el aleteo de una mariposa puede generar un tsunami al otro lado del mundo”.

Además del proceso personal, Duarte subraya la importancia del raity (conjunto), que en definitiva es una apelación a lo colectivo y a un proceso simbolizado por la transmutación a un ser vivo que representa el cambio y la libertad a raíz de su vuelo y luminosidad.

El disco se completa con “Bozzolo”, “Soliloquio”, “Bajo el mango y la siesta”, “Ysyry ñembosarái”, “Bohemias asuncenas”, “Romanza di un sole”, “Poema de amor”, “Pequeña arpa de seis cuerdas”, “Ñemongueta mborayhúre”, “Adiós Papillons” y un reprise de “Soliloquio”.

Travesía musical

En abril del 2020, en plena cuarentena por la pandemia, Duarte lanzó a través de las plataformas digitales su tercer disco, “Estaciones”. En este material el autor ofrece obras que fusionan el 6/8 tradicional de la música paraguaya con matices armónicos y momentos musicales contemporáneos con un repertorio que incluye un vals venezolano y otros ritmos populares latinoamericanos.



El autor explica sobre “Estaciones” que es la metáfora de un anhelo que tiene como inspiración y fuente el ferrocarril, ese lugar común del techaga’u paraguayo que resume las remembranzas del pasado y la búsqueda constante de nuevos confines donde recomenzar todo de nuevo. A lo largo de este viaje –agrega– se narran múltiples vivencias y se ofrecen paisajes variopintos.

El primer track, “El último tren”, fue compuesto originalmente para un documental sobre la vida y obra de Augusto Roa Bastos. Así, se basa en pasajes de “Hijo de hombre”, obra en la que el ferrocarril ocupa un lugar central. Las demás estaciones de este trayecto están compuestas por “Más allá de sus ojos”, “12 Días”, “Lago Lemán” (compuesta en homenaje a su viaje a Suiza, donde realizó una audición en el marco de una feria sobre cultura paraguaya), “Laila”, “May’s love” (que evoca un episodio de su aventura en Brasil como músico itinerante), “Las tardes de mi soledad”, “Summer charm” y “Grillos y encantos”, una obra que se destaca por su luminoso optimismo y uno de los más reproducidos en las plataformas digitales.

Sobre sus nuevos proyectos, Duarte adelanta que además de composiciones propias, en su próximo material quiere homenajear a algunos de sus colegas más entrañables con arreglos para guitarra, en este caso de piezas de los arpistas Ismael Ledesma y Cristóbal Pedersen, así como composiciones de los guitarristas Felipe Sosa y del inglés Richard Durrant.

“Mi objetivo es rendir un homenaje a músicos que en su momento me acompañaron en este camino y a los que siento que debo tantos aprendizajes y ricas experiencias”, concluye.

domingo, 31 de julio de 2022

"Buscando a Sugarman" o cuando el creador es devorado por su propia obra

El 26 de julio del 2012 se estrenaba en Londres el documental  (Buscando a Sugarman), dirigido por el sueco Malik Bendjelloul, que cuenta la historia de Sixto Rodriguez, un misterioso músico norteamericano de ascendencia latina desconocido en su país, pero idolatrado al otro lado del mundo. 


 


Sobre la muerte de Sixto Rodriguez (así, sin tilde) se habían elucubrado las más trágicas y dramáticas versiones: que se había pegado un tiro en pleno escenario, que había muerto de una sobredosis e incluso que se había rociado con gasolina para luego prenderse fuego.


Hijo de un inmigrante mexicano que llegó a Detroit para trabajar en la industria automovilística, Rodriguez nació el 10 de julio de 1942 en la entonces floreciente ciudad del motor del estado de Michigan. 

 


 

A pesar del cierto ruido inicial que se había generado en torno a él cuando grabó su primer disco, “Cold Fact” (1970), y luego “Coming from Reality” (1971), en su país de origen era un total desconocido. Los productores le auguraban un gran éxito e importantes disqueras se habían fijado en ese Bob Dylan de “la cloaca”, como se llamaba el tugurio de la zona baja del puerto donde hacía sus presentaciones.

Sin embargo, algo falló y el disco fue un absoluto fracaso de mercado. ¿Sus letras eran muy políticas?, ¿su nombre hispano lo condenó en una época en que el interés por la música latina era casi nulo en los EEUU? Nadie acierta a entender cómo en aquellos turbulentos años setenta su mensaje no fue recogido por el movimiento underground, que se encontraba en plena ebullición.

Tal como lo predijo en la última canción que grabó, “Cause”, dos semanas antes de Navidad fue despedido por el sello discográfico Sussex Records. “Porque perdí mi trabajo / dos semanas antes de Navidad / Y hablé con Jesús en la alcantarilla. / Y el papa dijo que no era asunto suyo”, canta proféticamente. 

 

Un símbolo antiapartheid

A pesar del revés desde el punto de vista comercial en los EEUU, una copia llegó a Sudáfrica, donde se convirtió en una superestrella más celebre que el propio Elvis Presley, a más de un ícono del movimiento antiapartheid, el régimen racista que gobernó el país africano desde 1948 hasta 1952.

Su lírica oscura, hermética y existencial, además de sus alusiones a temas tabú como el sexo y las drogas, encontraron un público receptivo en los jóvenes disconformes con el opresivo ambiente de la época.

Tal fue su éxito que varias de sus canciones fueron censuradas por la South African Broadcasting Corporation, que en su discoteca había catalogado “Cold Fact” con la etiqueta de “Avoid” (evitar) e incluso el material había sido rayado para que ciertos tracks no sean puestos al aire.

Una fortuita circunstancia despertó en uno de sus fanáticos la chispa de la curiosidad, lo cual dio rienda suelta a una trama detectivesca. Una mujer sudafricana que había emigrado a los EEUU vino con la noticia de que allí era imposible conseguir materiales de Rodriguez y que incluso nunca nadie había oído hablar de él.

¿Cómo?, ¿nadie conocía a Rodriguez en su propia tierra? De hecho, al indagar un poco muy pronto cayeron en la cuenta de que ellos mismos contaban con muy poca información sobre él.

Apenas había unos créditos de autoría, la foto de portada del disco –en la que aparecía sentado con las piernas cruzadas con sombrero y gafas de sol–, además de unas pocas referencias geográficas en las letras de las canciones.

Y así se inició la búsqueda. Primero siguiendo la ruta de dónde habían ido las regalías y luego un anuncio puesto en internet, que fue respondido por la hija de Rodriguez, quien confirmó que su padre no estaba muerto y que vivía en Detroit, donde trabajaba en el ámbito de la construcción demoliendo y restaurando edificios. 

 


 

Tras los primeros contactos telefónicos, lo convencieron de ir a Sudáfrica, donde en marzo de 1998 brindó seis conciertos con entradas agotadas y donde regresó en varias ocasiones para realizar otros treinta recitales. También fue premiado con un disco de platino por las 500.000 copias de “Cold Fact” que había vendido oficialmente en ese país, sin contar los miles de versiones piratas que circulaban.

A pesar del cambio que esto pudo haber generado en Rodriguez, todo el dinero que ganó lo repartió entre amigos y familiares, por lo que siguió con su modesta vida de albañil.

A sus 80 años camina con dificultad ensayando sus pasos a tientas a raíz de que perdió casi toda la visión a consecuencia del avanzado glaucoma que padece.

Pero en todo este mundo de ensueño no podían faltar los aguafiestas de siempre. Bendjelloul fue acusado, entre otras cosas, de omitir detalles importantes para causar mayor impacto con su historia. 

 


De acuerdo a sus detractores, es mentira que Rodriguez haya sido un completo desconocido fuera de Sudáfrica, ya que había gozado de cierta efímera fama e incluso había brindado conciertos en Australia.

A esto podría retrucarse que, tal como lo señala el mismo título del documental, este se centra en narrar la historia de la búsqueda de un ser enigmático.

El desenlace

Dos años después de ganar el Óscar con su primer y único documental, Bendjelloul acabó con su vida en el 2014, a los 36 años, arrojándose a las vías de un tren. Sobre la razón de su suicidio también se tejieron las más diversas hipótesis.

Una de ellas, para mí la más improbable, es que por su supuesta simpatía con la causa palestina no aguantó el remordimiento de haber ganado el preciado galardón en lugar de “Five broken cameras”, que también compitió ese año, un documental sobre las protestas contra la ocupación israelí en Cisjordania dirigido por el palestino Emad Burnat y el israelí Guy Davidi.

No obstante, considero que ni todo el (poco) altruismo que resta en este mundo bastaría para explicar que alguien pueda experimentar semejante dolor a causa de su propio éxito.

Brillante combinación de entrevistas, materiales de archivo y animaciones, “Searching for Sugarman” es una película que transmite la sensación de que nunca podrá volver a crearse algo semejante. Probablemente su director haya pensado lo mismo y ante esa angustiosa certeza decidió realizar ese viaje sin retorno.




sábado, 14 de mayo de 2022

¿Deberíamos celebrar la Independencia el 14 y 15 de mayo?

La Independencia paraguaya fue un proceso que obedeció a múltiples causas y fue gestándose progresivamente desde antes de la revolución de mayo de 1811, siguió con esta, se afianzó con la consagración de la República en 1813, se declaró formalmente en 1842 y su reconocimiento definitivo se dio en 1852. Entonces, ¿cuál es la “verdadera” Independencia? 

 

La intimación a Velasco”, de Jaime Bestard.

Luego de dos años de suspensión de los festejos por la pandemia, este 14 y 15 de mayo el Paraguay se apresta a celebrar los 211 años de vida independiente. 

Sin embargo, la contestación a la historiografía oficial que ha consagrado esta fecha es creciente, especialmente desde el Bicentenario. Entre las múltiples actividades que se desarrollaron entonces cabe destacar la visita del historiador norteamericano Richard Alan White, autor de La primera revolución popular en América, Paraguay 1810-1840, publicada originalmente en 1978 bajo el menos apologético título de Paraguay’s Autonomous Revolution1810-1840.

White sostiene que en el Paraguay se ha falsificado la historia con la instalación del 14 y 15 de mayo de 1811 como fecha de la Independencia. En efecto, consta en documentos de la época de Carlos Antonio López que esta era celebrada por aquel tiempo el 12 de octubre, en recordación al Reglamento de Gobierno de 1813 propuesto por el doctor Gaspar Rodríguez de Francia. Posteriormente la conmemoración sería cambiada por los legionarios que tras la guerra del 70 gobernaron el Paraguay. 

El autor norteamericano califica a la asamblea que inició sus deliberaciones el 30 de setiembre de 1813 como “el primer congreso popular de América Latina”. Este contó con la participación de más de 1.100 delegados “que fueron elegidos por elecciones populares y libres, por todos, o la mayoría de sus respectivos habitantes”, según las instrucciones de la Junta al Cabildo de Pilar del 26 de agosto de 1813. 

 En una sesión general en su día final, 12 de octubre, el congreso ratificó oficialmente ‘el plan de gobierno propuesto por el Dr. Francia’. […]. Como se publicó en el bando del 21 de octubre de 1813, la primera asamblea auténticamente popular en América Latina, facultada a establecer su propia forma de gobierno, anunció orgullosa la creación de la primera nación autónoma en América Latina: la República del Paraguay”, escribe White. Se nombró como cónsules a Francia y a Yegros, aunque el primero ejercería el liderazgo de hecho ocupando el cargo durante dos de los tres cuatrimestres anuales. 

 

Portada del libro de Richard Alan White. Foto: www.paraguaymipais.com.ar

  

La decadencia del imperio español

Ahora bien, es necesario contextualizar en primer lugar en qué situación se encontraba la monarquía española en el momento en que las colonias americanas declararan sucesivamente la independencia política de la metrópoli.

El imperio español se hallaba en aquellos primeros años del siglo XIX en una profunda crisis. El 6 de mayo de 1808, el rey Fernando VII y su padre Carlos IV abdicaron al trono español a favor de Napoleón, quien había invadido la península ibérica el año anterior e impuso en el cargo a su hermano José Bonaparte.

Ante estos hechos, el Paraguay, al igual que las demás provincias del Río de la Plata, inicialmente manifestó su lealtad al rey depuesto. En cambio, se reivindicó que en tanto el monarca permaneciera imposibilitado de ejercer su soberanía, los pueblos hispanoamericanos tenían el derecho de autogobernarse y no depender del Consejo de Regencia que se había conformado para gobernar en ausencia del rey.

En mayo de 1810, los vecinos de Buenos Aires desplazaron al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y pretendieron investirse del derecho a gobernar los territorios del Virreinato del Río de la Plata. Con vistas a ello convocaron a un congreso a fin de decidir la forma de gobierno de las provincias que lo constituían.

Por su parte, en julio de 1810, luego de las deliberaciones de un cabildo abierto, la entonces Provincia del Paraguay desconoció la autoridad de la junta bonaerense. En represalia, esta dispuso el bloqueo del Paraguay y envió una expedición al mando de Manuel Belgrano, que fue derrotada en las batallas de Tacuary y Paraguarí. Sin embargo, al principio corrió la voz sobre la derrota de los paraguayos, lo que sumado a la rauda huida del campo de batalla del entonces gobernador intendente Bernardo de Velasco Huidobro despertó la alarma en la élite española residente en Asunción, que se embarcó a la ciudad de Montevideo, que permanecía como un bastión realista.

La decadencia del poder español, la conducta pusilánime de sus funcionarios y la victoria militar sobre las tropas porteñistas fueron determinantes en el afianzamiento de una conciencia de autodeterminación en la élite criolla.

A más de ello, a pesar de haber sido derrotado militarmente, el mensaje de Belgrano sobre la conveniencia de una unión con Buenos Aires tuvo receptividad en cierto sector de la oficialidad paraguaya. Ante esto, el gobernador Velasco avanzó en tratativas con Portugal con el objetivo de trabar una alianza para combatir las aspiraciones porteñistas. Los criollos temieron, con justificados motivos, que el pacto terminaría en la práctica en una subordinación al vecino imperial.

Los hechos se precipitan

La chispa que terminó de hacer estallar el movimiento fue el acercamiento entre Velasco y Portugal para precautelar los intereses españolistas ante el acecho de Buenos Aires. Esta aproximación con Portugal vendría a precipitar un movimiento que ya venía gestándose, pero que debió adelantarse ante el inminente acuerdo entre el gobernador intendente y la potencia lusa, como evidenciaba la misión que cumplía por esos días en nuestra capital el teniente José de Abreu.

En efecto, en la intimación que Pedro Juan Caballero envió a Velasco el 15 de mayo se expresa que “en atención a que la provincia está cerca de que habiéndola defendido a costa de su sangre, de su vida y de sus haberes del enemigo que le atacó, ahora se va a entregar a una Potencia Extranjera, que no la defendió con el más pequeño auxilio, que es la Potencia Portuguesa, este Cuartel, de acuerdo con los Oficiales Patricios, y demás soldados, no puede menos que defenderla con los mayores esfuerzos”.

El 16 de mayo se conformó un triunvirato que estuvo integrado por el mismo gobernador Velasco (quien fue destituido el 9 de junio de 1811), además del español Juan Valeriano Zeballos y el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia. En un bando emitido al día siguiente se comunicó la instalación del gobierno provisorio hasta el establecimiento del “régimen y forma de gobierno que debe permanecer y observarse en lo sucesivo”.

Se rechazó además que los sublevados tengan el propósito de “entregar o dejar esta provincia al mando, autoridad o disposición de la de Buenos Aires, ni de otra alguna y mucho menos sujetarla a ninguna potencia extraña”.

El documento declara que el objetivo es “sostener y conservar los fueros, libertad y dignidad (de la provincia) reconociendo siempre al desgraciado soberano bajo cuyos auspicios vivimos, uniendo y confederándose con la misma ciudad de Buenos Aires para la defensa común y para procurar la felicidad de ambas provincias y las demás del continente bajo un sistema de mutua unión, amistad y conformidad, cuya base sea la igualdad de derechos”.

Así, al principio el movimiento se declaró leal al rey y no reivindicó propiamente la independencia. Sin embargo, los historiadores Ricardo Scavone Yegros y Liliana Brezzo sostienen en su obra Historia de las relaciones internacionales del Paraguay que esta “fidelidad era invocada de manera puramente formularia” y que el “Paraguay fue independiente de hecho desde 1811 y de pleno derecho desde 1813, pero solo gestionó o buscó el reconocimiento internacional de su independencia a partir de 1842 (Declaración de la Independencia del 25 de noviembre), desplegando para obtenerlo una acción diplomática que alcanzó su objetivo en 1852 (reconocimiento por parte de la Confederación Argentina el 15 de julio tras la derrota de Juan Manuel de Rosas ante Justo José de Urquiza)”.

El Reglamento de Gobierno

En un ambiente poco propicio para cualquier entendimiento por las trabas comerciales y promesas de ayuda no prestadas de una y otra parte, en el segundo semestre de 1812 el gobierno de Buenos Aires convocó a la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata instando a la entonces Provincia del Paraguay a enviar diputados. En cambio, la Junta Superior Gubernativa decidió no designar representantes. Por ello, a principios de 1813, la ex cabeza virreinal envió una misión encabezada por Nicolás de Herrera para convencer al Paraguay de que participe de la asamblea y acepte la anexión a Buenos Aires bajo promesas de trato igualitario.

 

El Reglamento de Gobierno del 12 de octubre de 1813 fue el primer documento de carácter constitucional del Paraguay. Foto: Secretaría Nacional de Cultura.

A fin de deliberar sobre esta propuesta, se convocó a un congreso para el 30 de setiembre, que tuvo una participación de mil diputados y que se realizó en el templo de Nuestra Señora de la Merced, actual plaza de la Democracia. De esto resultó la elaboración de un Reglamento de Gobierno que constaba de 17 artículos y que fue aprobado el 12 de octubre de 1813.

En su primer artículo se rechaza el envío de diputados a la asamblea convocada por Buenos Aires y se nombra como “cónsules de la República del Paraguay” a Gaspar Rodríguez de Francia y a Fulgencio Yegros. De esta manera, el Paraguay se convierte en la primera República de América del Sur. Este es el primer documento de carácter constitucional del Paraguay; sin embargo, el jurista Luis Lezcano Claude advierte que no es propiamente una constitución por carecer de parte dogmática y de una declaración de derechos de los ciudadanos.

Yegros y Brezzo recalcan que en esta fecha “surgió, de pleno derecho, el Estado paraguayo y se rompió todo lazo con España y con Buenos Aires”. 

Así, esta independencia de derecho vendría a complementar la independencia de hecho lograda desde la revolución del 14 y 15 de mayo. Esto da cuenta de la complejidad de un proceso histórico que se gestó desde antes de la sublevación criolla y que no acabaría de consumarse sino hasta décadas después. 

sábado, 23 de abril de 2022

¿Qué hay detrás de la espiral inflacionaria que afecta al Paraguay?

En esta entrevista con el economista Luis Rojas Villagra, miembro de la Sociedad de Economía Política del Paraguay (Seppy) e investigador del Centro de Estudios Heñoi, abordamos de manera somera los problemas más candentes que afectan a la economía paraguaya actual. Entre las cuestiones más acuciantes se analiza la inflación, además de aspectos estructurales como la desindustrialización, la dependencia de factores externos como el mercado del petróleo, los precios internacionales de los commodities, la importación de alimentos y la pérdida de la diversidad agrícola ante el avance del agribusiness.


El economista Luis Rojas Villagra. Foto: medium.com

Si bien la última década y media se ha caracterizado por una macroeconomía estable y hasta un milagro a nivel regional con tasas de crecimiento que llegaron a ser de más de un dígito, la guerra en Ucrania y el aumento del precio del petróleo que conllevó, la sequía, el desenfrenado endeudamiento, la especulación, entre otros factores, han dejado en evidencia una vez más la intrínseca fragilidad de una economía signada por un sistema tributario regresivo, una extrema concentración de la tierra y una corrupción generalizada que dilapida los ya de por sí precarios recursos con que cuenta el Estado paraguayo.

 

Pero más que limitarse a presentar un cuadro sombrío de la situación, se intenta sobre todo exponer en los términos más sencillos posibles algunas de las lógicas que subyacen al funcionamiento del engranaje económico de un país, así como algunas herramientas disponibles que pueden servir de palanca para subir la cuesta.

 

–La economía paraguaya se ha jactado en los últimos tiempos de su desempeño macroeconómico y la estabilidad de precios. Sin embargo, actualmente padecemos una espiral inflacionaria de las más altas de la región y un creciente déficit fiscal. ¿A qué se debe este fenómeno repentino?

 

–En Paraguay hay un discurso centrado en el tema de la estabilidad macroeconómica, estabilidad de precios, tipo de cambio como signo de una economía saludable. De hecho, en algunos años hay esa estabilidad macro. Sin embargo, eso no significa que haya desarrollo económico, que haya desarrollo social, inclusión social, que haya mejoramiento del empleo, indicadores sociales, de las oportunidades porque la economía paraguaya es asimétrica, tiene sectores muy diferentes. Hay sectores que ganan mucho dinero con esa estabilidad macroeconómica como el sector sojero, el sector agroexportador, el sector financiero, el sector inmobiliario. Pero otros sectores no se benefician de esa estabilidad macroeconómica. El sector en general de los trabajadores en la informalidad, el campesinado, sectores que están en la pobreza o muy cerca de la pobreza no son beneficiarios de esa estabilidad. Ese discurso solo beneficia a una pequeña élite.

 

El déficit fiscal no es algo nuevo, es algo que ya viene de los últimos años y se va profundizando por los escasos recursos con los que cuenta el Estado y los crecientes compromisos. Deuda por un lado, que implica muchos recursos, y después mantener el aparato estatal, que también es costoso, y en un marco de corrupción aún más. Entonces ese es un déficit permanente que está ahí creciendo. Y la espiral inflacionaria es un fenómeno regional e incluso mundial. Cada país tiene sus particularidades, pero en general hay una presión inflacionaria por el aumento del precio del petróleo, del combustible, de la deuda a nivel mundial. Sin duda hay también emisión de divisas, de dinero en los diferentes países, emisión inorgánica. Es una mezcla de variables externas e internas, ya que cada país tiene sus elementos inflacionarios. En el caso paraguayo, la sequía y el cambio climático golpearon fuertemente todo lo que es la producción primaria, y eso lógicamente afecta la producción y también los precios.

 

Otro problema en el caso paraguayo es que no tiene industria desarrollada en varios sectores, entonces depende completamente de la importación de productos extranjeros industriales, desde productos de limpieza, aseo, alimentos, procesados, maquinaria, vehículos, electrodomésticos, muchas materias primas. Todo eso se importa en dólares y es una fuente inflacionaria permanente de altos costos, ya que no se maneja desde Paraguay el valor del dólar y de las importaciones, que se tienen que tomar. Ese es un poco el contexto actual. La inflación es mundial, regional y local. Es un fenómeno alimentado por varias causas: la deuda, la emisión inorgánica, el petróleo, la crisis climática, la poca industrialización, el dólar alto son los principales factores de esta tendencia inflacionaria.

 

–¿Quiénes se están quedando con ese dinero que resulta de la pérdida del poder adquisitivo de la gente?

 

–Eso es muy complejo, muy difícil saber quién se va quedando con eso. Son los actores más fuertes en la economía, por ejemplo el sistema financiero, los acreedores de deudas a nivel mundial, no solo en Paraguay. Hay una deuda gigantesca a nivel mundial de gobiernos, de empresas, de personas, un endeudamiento enorme. Entonces eso se va pagando y los gobiernos recurren incluso a la emisión inorgánica para pagar deudas. Y es una ganancia del sistema financiero que está cobrando esas deudas, esos intereses.

 

Probablemente también las empresas petroleras que mantienen relativamente estables sus costos de producción del petróleo, pero los precios están para arriba por las presiones del mercado, de oferta-demanda, la guerra y la propia especulación en el mercado. Entonces van captando una plusvalía con precios más elevados y sectores productores también se van quedando con eso; el sector ganadero entre ellos, que está vendiendo la carne a precios más elevados y con ganancias extra por esos precios. Esos beneficios van quedando en sectores concentrados de mucho poder económico.

 

–¿Te parece que de aquí a algunos años podríamos tener una crisis a causa de la deuda como una cesación de pagos y consecuentes planes de ajuste?

 

–Claro. Esta situación puede llevar a una situación de crisis de deuda, de cesación de pagos, porque va creciendo el nivel de endeudamiento de manera acelerada y eso compromete recursos del Presupuesto General de la Nación (PGN) crecientes. Cada año se debe destinar más dinero al pago de intereses y pago de capital, que se incluye en el PGN. Esto absorbe un porcentaje cada vez mayor del presupuesto estatal y como no hay un aumento en la recaudación, no hay nuevos impuestos, lógicamente eso va en detrimento de gastos sociales, gastos de inversión.

 

Esta tendencia a un aumento del endeudamiento en un momento puede llegar a una crisis de la deuda, una cesación de pagos por escasez de recursos. Pero previendo eso el Gobierno ya aprobó esa ley de bicicleteo, la ley de administración de pasivos. Esta es una ley para que el Ejecutivo vaya emitiendo bonos soberanos sin necesidad de autorización del Congreso. Emite bonos para refinanciar los bonos que van venciendo.

 

Entonces el Gobierno contrata nueva deuda para cubrir esos vencimientos, va tirando la cancelación de las deudas para adelante justamente previendo que puede haber una cesación de pagos y entonces no se cancela, no se paga la deuda y se patea para adelante, pero la deuda crece y hay intereses en estas operaciones cada vez mayores. Y esto en un futuro puede implicar una cesación de pagos, una crisis y todo lo que eso implica. Lo que hace falta es una corrección del sistema tributario, mejorar los mecanismos de recaudación y reducir la dependencia que se tiene de la deuda, de los bonos, que es la mala costumbre que adquirieron los gobiernos en nuestro país en los últimos años.

 

–¿Qué medidas se deberían tomar para frenar este aumento generalizado del costo de vida?

 

–Las medidas que hay que tomar son muchas para contener este aumento de la inflación. Por un lado, frenar el endeudamiento mejorando la recaudación de impuestos, reducir la corrupción, reducir la impunidad. Después hay que fortalecer la producción, la agricultura familiar campesina, o sea diversificar la producción agrícola, fortalecer al campesinado, que es el que produce más diversidad de cultivos, hortalizas, frutas, legumbres, tubérculos, toda esa variedad de productos que hoy en día hay escasez, se produce poco, por lo que se importa mucho de afuera.

 

Hay que fortalecer ese sector para aumentar la oferta, la calidad y también bajar los precios. Además, hay que tener una política con relación al combustible, no se puede seguir dependiendo del petróleo, que Paraguay no produce. Hay que electrificar el sistema de transporte, o sea, usar la electricidad en transporte público y vehículos privados. En suma, reducir la dependencia del petróleo y promover la industrialización de productos en nuestro país a partir de la materia prima nacional buscando generar empleo, generar valor, generar productos nacionales que no dependan de la importación, que no dependan del dólar y con eso evitar los vaivenes de depender de precios internacionales.

 

En el caso de la carne, por ejemplo, alguna normativa tiene que haber, alguna restricción a la exportación. Es decir, tendría que haber cuotas, cupos de mercado para abastecer primero al mercado interno con la cantidad suficiente y a precios accesibles, y después para la exportación. Pero hoy día se exporta casi todo, queda muy poco y a precios muy caros. Entonces hay que tomar medidas en varios sectores para contener la inflación y fortalecer la base productiva para ofrecer precios razonables a la población.

sábado, 16 de abril de 2022

El último baile

Una vieja creencia popular dice que no se debe salir si no se trata de una urgencia impostergable luego de haberse quedado dormido. Este es el caso de un suboficial de marina de 22 años que una noche ya había caído en un profundo sueño cuando interrumpieron su descanso para llevarlo a una fiesta.


Imagen: himalsanchar.com


Aquella mañana de sábado Álvaro soñó que se perdía entre los árboles de un bosque ignoto. Cuando más buscaba la manera de salir, más se hundía en la confusión de la espesura. Al despertarse no le prestó mucha importancia y pensó que se trataba de una típica pesadilla más. Se levantó y como buen abuela memby que era desayunó un bife koygua y jugo de limón. Puso música y se dispuso a preparar tereré. El almuerzo fue la especialidad de la abuela, ñoquis con salsa roja. 

Descansó un rato la siesta y luego fue a la despensa de ña Susy, el lugar más concurrido del barrio. Además de la cancha de vóley pegada al local, atendían las dos bellas hijas de la dueña, según recuerdan los de aquella generación de los postrimeros años de los noventa. Allí siempre había una gran concurrencia que, al son de la cachaca, compartía sendos sets entre copiosas rondas de cerveza.

No había nada fuera de lo habitual en aquel fin de semana en el que el joven suboficial Álvaro Benítez se encontraba de franco. Tras perder el partido que estaba jugando, fue a sentarse a una esquina. En un momento dado observa que su abuela baja la calle en compañía de Pepe, su pequeño sobrino de ocho años. Al verlos, ya poseído por la alegría del alcohol, se acerca corriendo hasta ellos y le da un abrazo a su abuela, quien lo reprende porque estaba bebiendo.

-Nde mitã’i, nde he’u jeýma hína pe bebida. Anive he’u pe cerveza. Mboy veces ha’éma ndéve (1) –le regañó en su característico tono de dama de hierro. Álvaro solo sonrió y se retiró. Se sentó en una esquina con una lata en la mano y poco después observó que su sobrino iba corriendo en dirección al almacén.

-Papi, vení un poco –lo llamó. El niño fue hacia él.

-¿Qué, tío? –le preguntó aquel niño rubio y de cabello ondulado.

-¿A dónde te vas? –interrogó.

-Abuela me ocupó en el almacén –le contestó.

-Ahh bueno, andá, pero primero dame un beso, Papi –le dijo mientas ponía una mejilla y luego la otra. Álvaro, siempre efusivo con los suyos, estaba especialmente expresivo esa tarde por la buena vibra de un día libre de la tediosa monotonía de la vida militar. El niño correspondió el gesto a su tío y fue a cumplir la diligencia que le había encargado su abuela.

 

***


Así fue transcurriendo la tarde hasta llegar el ocaso.

-Jahána ko pyharépe el Bosque-pe (2) –propuso uno de los amigos del barrio.

-Jajajajajaja –estalló en una carcajada uno de ellos.

-Mba’e, a mil’i la puñalada pio (3) –bromeó.

-Jaha katu (4) –secundó el marinero fortachón súbitamente envalentonado por la buena partida de cerveza que ya se había bebido. 

-Ja’uve michimi ha upéi jaha (5) –propuso uno.

-Oîma (6) –se sumó otro más.

Corrió la siguiente ronda y después cada cual fue a su casa a bañarse y vestirse para una noche de baile en el Bosque de la Alegría, uno de los lugares más violentos de la época en toda el área central. De hecho, a causa de su mala fama aquella pista mortal en la que muchos jóvenes bailaron por última vez cerró sus puertas. Sin embargo, eso solo pateó unas cuadras adelante aquel mundillo en el que el cuchillo y la pólvora eran los amenizadores infaltables de cada noche.

 

***

 

Álvaro se bañó a las apuradas y se vistió a la típica usanza cowboy: jeans, camisa a cuadros y botas texanas. Mientas esperaba a sus amigos, de pronto sintió que se desvanecía y fue sucumbiendo al letargo hasta perder completamente la conciencia. Unos minutos después llegaron a buscarlo en manada desatando un coro de ladridos a su paso. Casi nadie tenía dinero, solo Álvaro, quien a su edad era el único entre sus amigos con un trabajo fijo y una buena remuneración para esa despreocupada etapa de la vida. Había que tomar un taxi o sortear caminando varias cuadras una arribada de más de diez grados. 

-Álvaro okéma hína. Ha’e ndosêmoavéima (7) –dijo la mujer de cabellera color ceniza haciendo notar su disgusto ante los inoportunos amigos que venían a interrumpir el descanso de su nieto. Estos se retiraron momentáneamente hasta la esquina, pero no cejarían en su empeño de llevarlo a la fiesta. Aguardaron unos minutos y designaron a uno para ir a buscarlo por segunda vez, pero sin éxito. Y así, a la tercera la vencida. Rodrigo abrió el portón de madera de la casa y entró sigilosamente al patio hasta la ventana de la habitación de Álvaro. Esta vez el golpe de los cristales lo despertó, por lo que se levantó, se acomodó el cabello y salió al encuentro de su amigo.

-Anína reho, che memby. Ndéko ekéma kuri. Ko este día opáma ndéve ĝuarã. Muchas veces ko péicha oikose la desgracia (8) –le suplicó su abuela desde la puerta de su habitación.

-Ani ejepyapy. Voi aju jeýta (9) –aseguró el joven intentando tranquilizarla.

-Jaha (10) –dijo dirigiéndose a su amigo y se marcharon hacia la parada de taxi más cercana rumbo a ese lugar cuyo nombre era casi un oxímoron sin saber que el de esa noche sería el último baile de su vida.

 

***

 

Una vez que llegaron, el ambiente no tardó en enrarecerse. Por entonces todo el mundo se conocía y Carolina, la chica con la que Rodrigo estaba bailando, era pretendida por la mitad del baile. Pero nadie estaba dispuesto a facilitarle las cosas al competidor de turno.


Del viejo local del Bosque de la Alegría, sobre la avenida Defensores del Chaco, queda aún el tinglado, reconvertido en salones y apartamentos. 

-Che ko’ãga ajerokýta hendie (11) –irrumpió José, un conocido y pendenciero habitué del Bosque.

-Nooo mba’e. Ekañy águi (12) –respondió Rodrigo con vehemencia. Pronto se desató una pelea entre ambos. En una época en la que el mano a mano era una institución, la concurrencia se limitó a formar una ronda para observar a los ocasionales contendientes batirse a golpes. Rodrigo aplicó dos certeros golpes de puño a José a la altura del pómulo que lo dejaron embotado y con la vista estrellada. Cuando supo que no podría con su contendiente por esa vía, se dispuso a retirarse no sin antes lanzar una advertencia.

-Aháta aju ndéve (13).

-Néipy (14) –se limitó a responder Rodrigo.

Luego de que hubieron salido de la fiesta, Álvaro se dirigió directamente al panchero para aplacar el hambre y morigerar un poco la borrachera. José ya estaba esperando a Rodrigo afuera con una veintidos’i en la mano, una pequeña pero ponzoñosa pistola que se ha llevado a no pocos.

-Ajúma ndéve (15) –le dijo mientras le apuntaba con el arma. Rodrigo se abalanzó hacia él y el disparo le dio en la pierna haciéndolo caer al suelo. El despechado ya estaba listo para rematar a su antagonista cuando los amigos del herido pegaron el grito de auxilio.

-¡Álvaro! –vociferaron al unísono.

Hasta ese momento, el joven suboficial no se había percatado de lo que estaba ocurriendo, pues el disparo de un calibre 22 bien puede pasar por el sonido de algún juego de pirotecnia para niños. Aquella mole de pelo castaño claro y ojos verdes era conocido por sus dotes para las artes marciales y no había quien pueda con él. Al escuchar su nombre, giró la cabeza y vio a su amigo tendido en el suelo. Corrió hacia él para auxiliarlo y se arrodilló a su lado para verificar cómo estaba. Luego, dirigiéndose al pistolero, reclamó.

-Mba’e pio la ejapóva nde rapicháre (16).

-Ajapivéta katu (17) –le respondió mientras se tocaba el pómulo amoratado. Apenas Álvaro hizo el primer movimiento para levantarse, un certero tiro le dio directo en el corazón.

–Chéve la che japíva (18) –dijo mientras se desparramaba en el suelo. El tirador miró por última vez a su víctima y huyó corriendo.

-Oî ojejapíva, oî ojejapíva (19) –circuló rápidamente la llamada de alarma entre el bullicio. El herido fue llevado en un taxi de hospital a hospital, donde fue sucesivamente rechazado hasta que su corazón sucumbió ante el venenoso proyectil del veintidos’i, que caprichosamente se anidó en el ventrículo izquierdo.

 

***

 

El 22 del segundo mes de aquel año de fines de los noventa el suboficial de la Armada de 22 años que vivía en la casa número 222 de una calle de la ciudad de Villa Elisa fue asesinado con una pistola calibre 22. Aún hoy algunos en su familia sospechan que hay algo oculto detrás de la omnipresente cifra, pues no es el único en el barrio que ha sucumbido bajo el signo de esa combinación.

No deja de resultar curioso, por lo demás, que este cronista haya azarosamente decidido escribir sobre esta historia justo este año 2022, aunque el objetivo inicial solo fue recordar aquel viejo refrán que reza que, una vez dormido o presto a dormirse, no se debe salir más, salvo que se trate de una urgencia.

Finalizadas las pompas fúnebres, los camaradas del difunto prometieron venganza. Tiempo después se supo que el verdugo murió en su ley.

 

Notas

 

(1)    Ya estás tomando ya otra vez cerveza, chiquilín. No tomes. ¿Cuántas veces te dije eso?

(2)    Vamos esta noche al Bosque.

(3)    ¿Qué, a mil guaraníes la puñalada?

(4)    Dale, vamos.

(5)    Vamos a tomar un poco más y después vamos.

(6)    Dale.

(7)    Álvaro ya está durmiendo. Él no va a salir.

(8)    Por favor no te vayas, mi hijo. Vos ya estabas por dormir. Este día ya terminó para vos. Muchas veces así quieren ocurrir desgracias.

(9)    No te preocupes, voy a regresar temprano.

(10)  Vamos.

(11)  Ahora yo voy a bailar con ella.

(12)  No, andate de acá.

(13)  Voy a regresar por vos.

(14) Expresión en guaraní que se utiliza para ahuyentar a los perros.

(15)  Ya vine por vos.

(16)  ¿Qué le hiciste a tu prójimo?

(17)  Le voy a volver a disparar.

(18)  A mí es a quien disparaste.

(19)  ¡Hay un hombre baleado!, ¡hay un hombre baleado!